Texto: Juan 11:1; 14; 33-40
Según
las sagradas escrituras somos llamados Embajadores de Cristo, lo cual apunta a que somos representantes del
reino al que pertenecemos, al reino de Dios.
Estamos llamados a desempeñar un roll o una función principal y tiene
que ver con representar aquí en la tierra a lo celestial a lo divino,
Embajadores del Reino de Dios.
Imaginemos como funciona la representación de un país del exterior a
través de su embajada aquí en Colombia; dicho embajador estará al tanto de lo
que acontece y atañe a su país y en la medida en que algo que ocurra en esta
nación que afecte los intereses de la nación que representa inmediatamente se
va a pronunciar y a manifestar la posición de su gobierno. De la misma manera debe ocurrir con nosotros
como seguidores y servidores de Cristo debemos manifestar lo del gobierno de
Dios o lo sobrenatural Divino de Dios, pero ¿cual es la causa por lo cual eso
no sucede?
El
apóstol Pedro dice que somos de naturaleza divina y Pablo dice profundizando
aun más que en Cristo somos uno esto es llega un momento en que estamos tan
unidos a Cristo que no se sabe donde empieza uno y termina el otro, Cristo es
Espíritu y nosotros somos su manifestación.
Pero
la incredulidad afecta el corazón y la mente del cristiano y se convierte en la
Fortaleza de la Incredulidad, la cual comienza sutilmente a debilitar la fe del
creyente y luego se ha posiciona impidiendo y limitando que el accionar de lo
divino fluya sobre las vidas y en favor del propósito definido por Dios para
nosotros.
Jesús
mismo siendo el hijo de Dios, siendo Dios mismo, no le fue posible hacer
milagros en Nazaret, por la fortaleza de la incredulidad que había invadido no
solo las vidas sino todo un pueblo.
EFECTOS QUE SE DERIVAN DE LA INCREDULIDAD
1).- La incredulidad nos lleva a enterrar lo que realmente no está muerto y
a colocarle “piedra” fortaleza. V.34 ¿Dónde le pusieron? Nuestro Señor
Jesucristo nos pregunta donde pusiste aquel sueño, aquella meta, aquel plan,
etc. por que lo enterraste.
2).- La incredulidad nos lleva a perder el olfato
espiritual. V.39. Perdemos los sentidos espirituales. Una de
las peores muertes en cuanto a angustia y desfiguración del rostro es morir
asfixiado. Algunos al perder el olfato espiritual empiezan a perder la figura
de lo espiritual y a dejar de creer en las promesas de Dios.
COMO TRATAR LA FORTALEZA DE LA INCREDULIDAD
1).- Con la Palabra de Dios. La
palabra de Dios nos permite demoler estructuras y fortalezas de las
tinieblas. La Palabra su Origen:
Preexistencia (Jn. 1:1-4). La Palabra su
Esencia: Poder para crear, para vencer, para levantar y hacer resucitar.
Reflexión sobre el tiempo
dedicado a leer y meditar en la palabra de Dios. Comparado con las estadísticas del tiempo
empleado para ver televisión y del numero de libros leídos en Colombia según el
ministerio de educación. Si le dedicamos
una quinta parte de lo que empleamos en
ver televisión semanalmente el tiempo de lectura bíblica sería más y los
cambios en la calidad de vida se notaran.
2).- Con la Oración. Esta es un martillo gigante que rompe
fortalezas y estructuras. (Mar.9:14-29).
Todo el texto que se refiere a
la resurrección de Lázaro tiene como propósito enseñarnos a abrir nuestros ojos
espirituales, meternos en la dimensión de lo sobrenatural divino a través de la
oración. Hay géneros de espíritus que no salen y hay fortalezas que no caen
según nuestro Señor Jesucristo sino con oración. (Mar.9:19; 9:29).
CONCLUSIÓN:
Ya resucitado
nuestro Señor Jesucristo reprochó a sus discípulos por la incredulidad. (Marcos
16:14-17).
Ante la
incredulidad de la gente, nuestro Señor Jesucristo tuvo que “Gritar” (Juan
12:44-46).
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