Poder es dinamita, la dinamita se usa para derribar muros, murallas, rocas, obstáculos que impiden acercarnos a tesoros. En este sentido se usa para destruir, derribar, romper. Eso es lo que justamente hace el poder de Dios cuando fluye sobre alguien o sobre algo este poder fluye para derribar fortalezas de maldad, para quitar cargar y opresiones.
La palabra “confesar” es traducida de la palabra Griega: “homologeo” y quiere decir aceptar o reconocer. El confesar es reconocer o aceptar que algo anda mal y por lo tanto nos hace hablar, como muestra de expresar que deseamos sanidad. El confesar con el ánimo de arrepentimiento es saludable en cualquier relación, pero la relación no se termina si no existe el arrepentimiento en uno de los participantes. La comunión íntima sufre, pero la relación sigue viva. Así es con Dios. Si pecamos, hay un beneficio en comunicar a Dios el reconocimiento de nuestro pecado y agradecerle por Su gracia. La confesión y el arrepentimiento son de ayuda para mantener la comunión con Dios y la sensibilidad al Espíritu”. El pecar continuamente sin confesarlo puede endurecer el corazón y traer autocondenación o peor, el rechazo de la gracia de Dios. La gracia otorga libertad y vida. Es recibir lo que no merecemos. La carne otorga esclavitud y muerte.
Hablamos de poder, como la misma presencia de Dios, si decimos el poder del principio de confesar es la presencia de Dios fluye cuando alguien obedece y confiesa. El confesar es un importante principio que Dios ha instituido para que en nosotros opere la sanidad y la restauración. Los principios de Dios cuando se cumplen desatan la presencia de Dios.
Abraham fue un hombre de fe para creer en la promesa de descendencia de parte Dios y esto desató el poder de Dios para cuando fue a sacrificar a su hijo Isaac en quien se hacía realidad la promesa y Dios proveo cordero ´para el sacrificio.
Jesús fue obediente para hacerse hombre y siervo. Pero además para morir y morir en muerte de cruz sin justa causa y por amor a todos. Y esta obediencia consumada en la cruz del golgota desató el poder de Dios para resucitarlo al tercer día y para exaltarlo a máximo sobre toda autoridad en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra. En el versículo leído el apóstol Pablo le confiesa a Dios su padecimiento por las bofeteadas del mensajero del diablo, Pablo confiesa su debilidad y pide que le sea quitada. El gran apóstol Pablo no tuvo atenuantes para manifestarle a Dios su debilidad y a todos nosotros porque hasta el día de hoy se lee la ofensión. Lo que Dios le dice es impactante: “bastate mi gracia porque mi poder se perfecciona en la debilidad” a lo cual Pablo entendiendo la revelación de Dios dice “Por tanto de buena gana me gloriaré mas bien en mis debilidades para que repose sobre mi el poder de Cristo. Comencemos a reflexionar y ha incluir dentro de nuestro estilo de vida el confesar nuestra debilidad para que experimentemos como se desata el poder de Dios a través .de cada uno de nosotros.